Biobancos: una pieza imprescindible para el avance en el estudio del cáncer

Los biobancos se han convertido en las décadas recientes en herramientas clave para el estudio, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades. Sin fines de lucro, públicas o privadas, estas entidades se dedican a formar y conservar colecciones de muestras biológicas que tienen distinta naturaleza -tejidos, sangre, fluidos corporales y células- y que se utilizan en investigaciones científicas.

Considerando que el 90 por ciento de los proyectos que se emprenden en ese ámbito requieren material biológico humano, estos centros “son fundamentales para el desarrollo de la medicina”, según explica la Dra. Carolina Selman, subdirectora de Unidades de Diagnóstico y directora del Biobanco de FALP.

La institución abrió el año pasado un biobanco orientado al área oncológica que recolecta, almacena y distribuye muestras, además de información asociada.

“FALP cambió su orientación institucional para transformarla en una más completa e integral: ya no involucra solamente la atención clínica, sino que impulsó una estructura que favorece la investigación científica a través de varias aristas. Una de ellas es el biobanco”, explica la profesional.

Esta área surgió luego de un análisis y evaluación de las experiencias de Estados Unidos y Europa, donde estos centros han crecido y se han consolidado en los últimos 20 años. “FALP creó un híbrido que sigue los modelos más exitosos en países como Francia y España, y también del más desarrollado a nivel nacional”, dice.

La especialista se refiere al biobanco de la Universidad de Chile -fundado el 2012-, casa de estudios con la que acordó una alianza que promueve la cooperación, tanto en el aprendizaje como en la gestión y la realización de proyectos.

“Uno de los principales problemas que enfrentan los investigadores es el acceso a material biológico, de modo que el trabajo en equipo es crucial. En algunos países de Europa, como Francia, además de contar con apoyo estatal, estas unidades operan en red, lo que posibilita reunir un volumen de muestras razonable y, por lo tanto, dotar de mayor solidez a los estudios”, agrega.

El biobanco de FALP -que también colabora con centros del exterior, entre ellos la Universidad de Heidelberg, Alemania- funciona con estrictos y sofisticados protocolos de calidad y seguridad. “Eso permite mantener una gran cantidad de recursos con altos estándares. Una muestra en condiciones inadecuadas puede llevar a malos resultados”, precisa.

En esta sección de acceso restringido, se almacena sangre, tejidos, heces y orinas que se preservan congeladas a temperaturas que oscilan entre -80 y -150 grados. “Esto se realiza bajo estricta 

vigilancia, porque cada muestra adquiere un valor incalculable”, dice Carolina Selman.

EL ROL DE LOS PACIENTES

El paciente juega un papel central en el éxito de la labor del biobanco. ¿Cómo? Cuando, como parte de su tratamiento, se le extrae un tejido donde está el tumor, tiene la opción de donar una parte de él para que -en vez de desecharse- sea almacenado y luego usado en una investigación. La persona no sentirá nada y su terapia no sufrirá ninguna alteración.

“Su participación es primordial. Muchas veces los investigadores 

desestiman un trabajo debido a que no cuentan con material suficiente o tardan mucho tiempo en tener acceso a él. Hay, además, publicaciones que dan cuenta de que el aumento en el número de descubrimientos ha sido exponencial cuando se han creado biobancos”, comenta.

Un paciente que se transforma en donante actúa, según explica, en su propio beneficio y también del resto. “La donación es un gesto altruista máximo, porque los resultados de los estudios favorecen no sólo a una persona, sino que a la población chilena en general, que es genéticamente

distinta de otras”, afirma la profesional.

En FALP, la donación de material sobrante exige que un paciente firme un consentimiento informado que especifica las condiciones del proceso -protegido por la confidencialidad-, así como los derechos y deberes que adquiere el voluntario. Este puede retirar en cualquier momento su autorización sin dar explicaciones y se le garantiza, además, el conocimiento de la investigación realizada con sus muestras, en caso de que quiera saber esa información. Cualquiera sea su decisión, su tratamiento “no se verá afectado en lo más mínimo”, asegura la Dra. Selman.

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