Cardio-oncología: una colaboración que beneficia a los pacientes con cáncer

El propósito de esta subespecialidad es entregar un mejor soporte a las personas con antecedentes de enfermedad cardiovascular durante su tratamiento oncológico.

Hasta hace poco la cardiología y la oncología eran disciplinas que transitaban por territorios independientes. Sin embargo, desde hace menos de diez años, tanto en Estados Unidos como en Europa comenzaron las primeras experiencias colaborativas entre ambas, como base para una mirada integral que beneficie a los pacientes con cáncer.

Con el fin de potenciar esta perspectiva y profundizar una relación colaborativa, el Instituto Oncológico FALP creó una Unidad de Cardio-oncología, liderando en Chile este enfoque interdisciplinario que busca entregar un mejor cuidado a sus pacientes.

“Lo que busca esta subespecialidad es controlar las eventuales complicaciones cardíacas en pacientes con antecedentes cardiovasculares que se encuentran en tratamiento oncológico, y prevenir la aparición de posibles disfunciones relacionadas con las terapias antitumorales (quimioterapia, inmunoterapia), ya que algunos de esos medicamentos pueden generar cierto daño cardiovascular a mediano y largo plazo”, explica el Dr. Manuel Rodríguez, jefe de la Unidad de Cardio-oncología.

Las recomendaciones internacionales al respecto comenzaron a aparecer hace unos cinco años y en 2022 la Sociedad Europea de Cardiología emitió su primera guía de cardio-oncología que indica, en términos generales, que previamente a la terapia antitumoral, los pacientes que presenten riesgos deben ser estratificados, para así generar un diagnóstico, un tratamiento previo si se requiere y un seguimiento oportuno.

EVALUACIÓN Y SEGUIMIENTO

Un antecedente primordial en el análisis es que varios factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares son los mismos que tiene el desarrollo del cáncer. “Al respecto se ha comprobado, por ejemplo, que los pacientes hipertensos tienen mayor incidencia en la generación de tumores y que en las personas que han tenido un infarto que dejó como consecuencia una insuficiencia cardíaca, la probabilidad de generar la enfermedad es mayor. Del mismo modo, la actividad física contribuye a prevenir efectos de los fármacos antitumorales y disminuir otras complicaciones”, explica el Dr. Rodríguez.

En esta primera etapa, la Unidad de Cardio-oncología FALP está conformada por cardiólogos que evalúan al paciente para determinar sus factores de riesgo y el estado del corazón antes de partir la quimioterapia, controlar la presión, la diabetes, el colesterol y tratar de mejorar sus hábitos de vida.

“La derivación a la Unidad de Cardio-oncología es efectuada por el médico tratante en función de la edad, del tipo de quimioterapia que se va a realizar y de si existen antecedentes de hipertensión, enfermedades al corazón o disfunciones coronarias previas. Es decir, todos quienes tienen probabilidad de generar problemas al corazón secundarios al tratamiento”, explica el Dr. Mauricio Mahave, subdirector médico de Oncología Médica de FALP.

Las intervenciones de los cardiólogos pueden abordar distintos aspectos. Algunas son la evaluación y monitoreo de la tolerancia del paciente a la terapia sistémica o de la radioterapia, la indicación de fármacos que previenen un posible daño al corazón, evaluaciones preoperatorias a pacientes derivados por cirujanos y anestesistas para determinar si están aptos para una intervención quirúrgica, y el seguimiento de pacientes después de concluidos sus tratamientos.

“El alineamiento entre cardiólogos y especialistas oncólogos ha sido tremendamente importante para la salud del paciente, porque lo que se ha visto en el mundo es que, cuando se trabaja en conjunto, las personas evitan interrupción en los tratamientos y la sobrevida a largo plazo es mucho mayor”, agrega el Dr. Manuel Rodríguez.

También enfatiza que, para los estándares mundiales, el cardiólogo ya forma parte de una trilogía conformada también por el oncólogo y el hematólogo. En ese sentido es muy importante modificar el paradigma con que se enfrenta la salud del paciente.

“Lo que queremos es que nuestra experiencia pueda servir de guía, porque esta es una especialidad que viene adquiriendo fuerza en el mundo y que, si se incorpora en el esquema sanitario, favorecería un manejo integral que beneficia a los pacientes oncológicos”, concluye el Dr. Rodríguez.

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