Conocerse: clave para detectar a tiempo un cáncer de mama antes de los 40

Cada vez se ven más pacientes jóvenes con tumores malignos en sus mamas. El autoexamen se vuelve una herramienta fundamental para quienes, por edad, no se realizan mamografías aún.

El cáncer de mama no suele ser una preocupación antes de los 40 años. A esa edad aumenta el riesgo de padecerlo y los llamados a realizarse una mamografía anual para lograr una detección  precoz son a partir de entonces. Pero esta enfermedad puede afectar a mujeres veinteañeras o en sus treinta y tantos. “Siempre va a haber más cáncer de mama después de los 40, pero ahora hay un número de casos en personas más jovenes que antes no se veía”, cuenta el Dr. Camilo Torres, jefe del Equipo de Mama del Instituto Oncológico FALP.

Ante este fenómeno, un posible cuestionamiento sería si es que realmente hay más casos que antes o lo que sucede es que ahora hay mayor acceso a mejores diagnósticos. “Sin conocerse claramente cuáles son las razones, aparentemente los hábitos generales de la sociedad, especialmente occidental, están haciendo desarrollar más cáncer”, advierte el especialista.

“Estamos viendo, por ejemplo, en Latinoamérica, la presencia de cánceres bastante agresivos en mujeres jóvenes, que no son los mismos que uno ve en Estados Unidos o Europa. Se están estudiando, en ese sentido, los hábitos, especialmente los alimentarios, como el consumo de azúcar y de grasas saturadas, y el tabaquismo. Pero eso está en desarrollo. Existe una impresión clínica, pero en este momento no está plenamente demostrado”, agrega.

Pensar mal

En las mujeres jóvenes, el cáncer de mama tiene una forma de presentación diferente, explica el Dr. Torres: “Aquí no tenemos las calcificaciones o lesiones incipientes que se descubren en las mayores, sino que la presencia de enfermedades tumorales o de ganglios agresivas, que son palpables, grandes, de rápida progresión. Por edad, estas personas no se están realizando mamografías, entonces, su diagnóstico es clínico, no imagenológico”.

Así, en ausencia aún de otro tipo de control preventivo, en las menores de 40 la realización del autoexamen de mama cobra aún más importancia: generalmente serán ellas mismas las primeras en notar algo extraño. ¿Cómo lograr que la autopalpación sea realmente útil? “Haciéndola mensualmente y no esperando encontrar algo, sino que buscando conocer su mama, para que en un momento dado, si hay alguna modificación, ésta le llame la atención. Esto debiera comenzar a practicarse desde los 20 años, cada mes después de finalizada la menstruación”, afirma el cirujano de FALP.

Suponiendo que una mujer encuentre alguna alteración con respecto a la normalidad de sus mamas, el siguiente paso es consultar. Esa visita al médico es un momento clave. “Estas pacientes van a ir en más del 90% de los casos al ginecólogo, no al especialista en mamas. Y el ginecólogo puede ser sorprendido por esta patología debido a la edad de la paciente. Cuando uno no espera una enfermedad, no la piensa y menos la busca. Así es que la primera enseñanza sería decirles a las mujeres jóvenes que si se encuentran una lesión en la mama, que consulten; y la segunda lección sería orientar al ginecólogo a que piense mal, que sospeche y no descarte un cáncer, aunque la paciente sea una mujer joven”.

Carolina Bravo, paciente FALP

“Se puede salir adelante a pesar de todas las dificultades”

Carolina Bravo se realizó una mamografía porque notaba un bulto en su mama, comentó esto con un amigo cuya esposa había tenido cáncer y la recomendación fue obvia. Pero no estaba preocupada. Ni siquiera sospechó por el hecho de haber bajado de peso, lo que atribuyó al gimnasio. “Como no había antecedentes de cáncer de mama en mi familia, jamás me imaginé”, afirma. El diagnóstico lo recibió en 2013, cuando tenía 33 años. Comenzó entonces a atenderse con el Dr. Badir Chahuán, cirujano del Equipo de Mama de FALP, quien la ha intervenido tres veces: primero para extirpar el tumor maligno y luego para reconstruir su mama y simetrizar la mama contralateral. También se sometió a quimioterapia durante un año, y luego a radioterapia.

“No sufrí tanto por perder mi seno, porque nunca tuve mucho busto. Lo peor fue la caída del pelo, porque lo tenía largo. Me lo fui cortando de a poco y tuve que acostumbrarme a estar peladita. Al principio usaba turbante, gorrito, pero me vino un bajón. Como a los tres meses me regalaron una peluca y ahí como que volví a la vida, me la ponía y salía para todos lados con ella. Con quimioterapia, igual salía a carretear. La peluca me servía porque no me enfocaba tanto en lo que estaba pasando”.

Carolina dice que la gente no se daba cuenta de que tenía cáncer. Ni siquiera cuando sufrió fiebre o dolores: “Trataba de disimular. Toda mi vida he sido alegre, a pesar de los obstáculos que he tenido, nunca me permitía llorar. Siempre busco el lado positivo de las cosas y pienso que si me tocó a mí fue porque soy una persona fuerte. Mis amigas me dicen que ellas no habrían sido capaces”.

Ahora, con 38 años, Carolina vive en Curicó, asiste a sus controles en FALP y tiene una vida nueva. “Si antes la gozaba, ahora lo hago más, pero sanamente: me cuido, hago deporte, leo porque me relaja, disfruto más con mi familia, trato de comer sano, me gusta viajar y cuento mi historia. Y siempre le comunico a la gente que no tiene que tenerle miedo al cáncer, que no es un sinónimo de
muerte. Siempre dije que esto no me la iba a ganar, quería demostrar que se puede salir adelante a pesar de todas las dificultades”.

Hoy trabaja en la Tienda Mujer Bonita y ese es el mensaje que entrega a las clientas con cáncer que ingresan a comprar ropa. Con ese mismo espíritu, sus proyectos actualmente incluyen realizar charlas motivacionales. Su otro anhelo es un hijo. “Lo malo es que no tengo novio, jajaja. Si quedo embarazada, bien, y si no, es parte de la vida, pero no quiero quedarme con la sensación de que no lo intenté”, finaliza.

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