La nueva mirada al cuidado de pacientes críticos

El concepto de “humanización del cuidado” incluye un espacio adecuado para el reposo de las personas internadas en las unidades de cuidados intensivos, información constante y adecuada, y la posibilidad de que los pacientes estén más acompañados por sus familiares.

Tratamientos mejorados y personalizados, diagnósticos basados en los adelantos de la genómica, equipos de última tecnología. Estos son aspectos que relucen cuando se habla de los avances en la investigación y manejo del cáncer. Pero existe otro ámbito que también ha ido evolucionando: el cuidado de las personas internadas en las unidades de tratamiento intensivo.

El Dr. Cristián Pérez, jefe de la Unidad de Pacientes Críticos (UPC) del Instituto Oncológico FALP, cuenta un poco sobre el desarrollo de estos espacios: “La historia de las unidades de cuidado intensivo ha cambiado mucho en los últimos años. Antes, cuando los pacientes se complicaban después de una cirugía, el anestesista o cirujano se quedaba a cargo en una sala próxima a los pabellones, que tenía un ventilador y monitores, eran cerradas al público y atendidas únicamente por un médico no permanente y sin personal especialista en el área. Con el tiempo, esto se ha ido modificando y, lo más importante, personalizando y familiarizando. Porque si se considera a un paciente grave, lo peor que se puede hacer es separarlo de su familia en los momentos más críticos de su vida. Es terrible pensar que un hermano o padre está debatiéndose entre la vida y la muerte, y uno en una sala distinta, sin saber qué está pasando y con posibilidad de verlo apenas una hora al día”.

De este modo, explica el especialista, se ha dado paso a lo que se conoce como “humanización del cuidado”, concepto que se encuentra en el centro de los esfuerzos que la UPC de FALP está haciendo para ir a la par con los adelantos que se llevan a cabo en otras materias. “Hay varios estudios que demuestran que los pacientes terminan con un estrés post traumático por lo vivido en estos lugares, porque no cuentan con un ambiente adecuado para el reposo, están todo el tiempo con luces, monitores, ruidos. Y en salas compartidas, muchas veces les toca vivir situaciones de urgencia o fallecimiento del paciente que tienen a su lado y uno percibe cómo eso les afecta profundamente.

La humanización del cuidado trabaja fuertemente en que la permanencia en estas unidades no sea un evento tan traumático. La idea es que la estadía ahí no sea una vivencia nociva ni de alto costo emocional, brindándoles el mayor confort y respeto al paciente y a sus familiares”, cuenta el Dr. Pérez. Esta convicción se verá fielmente reflejada en las nuevas instalaciones con que contará esta unidad a partir de octubre: “Para su diseño, hemos conjugado los requerimientos técnicos y tecnológicos con la visión personal del cuidado integral.
Y en ese sentido, vamos a ampliar los horarios de visita, que serán prácticamente continuos, lo cual no es muy habitual. Las habitaciones serán absolutamente privadas y con espacio suficiente para que el paciente pueda estar acompañado. Estarán equipadas con un bergere clínico para que él o su familiar puedan usarlo, y todas tienen luz natural y vista hacia la ciudad, lo cual no deja de ser importante porque eso va a ayudar a la persona a mantenerse orientada, menos aislada y no tan deprimida”.

MEDICINA PERSONALIZADA

El Dr. Cristián Pérez comenta que la evolución de la medicina intensiva no sólo ha involucrado tomar medidas para hacer más grato el espacio en que se encuentra el paciente. También ha supuesto cambios en la atención médica: “Con el advenimiento de la necesidad de especialistas en cuidados críticos, hay una nueva mirada, donde el intensivista no es solamente una persona que sabe reanimar un paro, intubar o poner un catéter. Los intensivistas debemos tener una visión mucho más amplia, que considere todas las aristas de un paciente crítico: su pronóstico, su estado nutricional, su recuperación motora, el aspecto emocional, aparte del manejo de las patologías crónicas de cada paciente. Trabajamos con un equipo de enfermería muy afiatado, con kinesiólogos que atienden problemas respiratorios y de motricidad propios de los pacientes que permanecen en cama, y una nutrióloga que evalúa y establece requerimientos nutricionales individualmente para lograr una recuperación lo más temprana y segura posible. Se debe hacer una planificación con cada paciente y considerarlo como medicina personalizada”.

Así es como los médicos especialistas en medicina intensiva de FALP se hacen cargo del día a día de todos los pacientes. “Esto nos permite tener continuidad, conocerlos y ver cómo está caminando el tratamiento. Es distinto cuando lo ves en un momento, vuelves tres días después en un turno y quizás en ese tiempo hubo eventos, infecciones, etc. Por lo tanto, conocemos bien sus historias, conversamos todos los días con la familia, entendemos un poquito más el círculo cercano”, comenta. ¿Cómo se lleva adelante todo lo dicho en una unidad de pacientes críticos que tiene la particularidad de estar exclusivamente dedicada a atender personas con cáncer? “Hasta hace no tanto, los pacientes oncológicos estaban limitados en su acceso a las unidades de intensivo, porque su pronóstico en general se consideraba ominoso e irreversible. Hasta el día de hoy, en muchos centros existe desconocimiento al respecto, pero la verdad es que la mayoría de los pacientes oncológicos son aptos para ingresar. Prueba de eso es que tenemos una UPC donde el 100% de nuestros pacientes son oncológicos. En ese sentido, sólo experimentando cómo éstos se comportan es posible tener una idea de cuáles van bien o mal; no hay que cerrarles las puertas desde el inicio”.

Es más, el especialista de FALP cita al Dr. Elie Azoulay, reconocido profesional en el área, para comentar que un paciente oncológico siempre puede dar una sorpresa. “Hemos tenido algunos muy graves, que hoy están en su casa caminando, sin depender de un mecanismo de soporte. Ahí es cuando pensamos que valen la pena todos estos esfuerzos. Sería totalmente incoherente que se creen terapias de alta tecnología, costosas, y nosotros tengamos una unidad que cierre las puertas porque creemos que no habrá una buena respuesta. Es una gran diferencia nuestra”.

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