Lo que hay que saber del cáncer gástrico

Los tumores de estómago son la primera causa de muerte por cáncer entre los hombres en nuestro país. “Una endoscopía a tiempo puede salvar una vida”, dice especialista FALP.

Dr. Carlos Barrientos, jefe del Equipo de Gastroenterología del Instituto Oncológico FALP

Esta semana se conmemoró el Día Mundial contra el Cáncer. En Chile, la enfermedad es actualmente la segunda causa de muerte —se espera que el próximo año ya sea la primera— y, entre todos los tipos de tumores, los de estómago tienen una relevancia especial.
Con tasas elevadas de la enfermedad con respecto a la media en el mundo, es el cáncer que más defunciones provoca entre los hombres en nuestro país, y está casi a la par con el de pulmón como los más mortales entre la población general, según datos de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la OMS.
El gran problema del cáncer gástrico es que, si bien existen tratamientos —cirugía, quimioterapia, radioterapia y Quimioterapia Intraperitoneal Hipertérmica (HIPEC)—, suele diagnosticarse cuando ya se encuentra en etapa avanzada, lo que complica su pronóstico.
Si se detecta un cáncer incipiente, el porcentaje de curación es del 95% a cinco años. En cambio, para el cáncer gástrico avanzado, el promedio de sobrevida a cinco años es menor al 30%”, dice el Dr. Carlos Barrientos, jefe del Equipo de Gastroenterología del Instituto Oncológico FALP.

CÓMO SE FORMA
Si bien el cáncer de estómago es una enfermedad de rápida progresión una vez que se genera, no se desarrolla de la noche a la mañana. “Cuando en el estómago se produce una irritación llamada gastritis crónica, esta, en algunos pacientes, se convierte con el paso del tiempo en una metaplasia intestinal. Y un porcentaje de esas metaplasias se convierten en displasias, que constituyen el paso previo al cáncer”, explica el Dr. Barrientos.
Se ha estudiado que, desde la gastritis crónica atrófica hasta el cáncer, pueden pasar unos 20 años, mientras que, entre una metaplasia y un cáncer, suelen transcurrir cinco años.
“Muchas personas que tienen gastritis crónica atrófica se quedan toda la vida ahí y no progresan nunca a metaplasia. Y si esto sucede, esos pacientes deben someterse a un seguimiento con endoscopías y nuevas biopsias cada dos o tres años”, afirma.

DETECCIÓN PRECOZ
El gastroenterólogo FALP cuenta que entre los esfuerzos que los investigadores han hecho para aprovechar ese tiempo antes de llegar al cáncer y lograr el diagnóstico precoz se encuentra la clasificación OLGA, diseñada para medir el riesgo de cáncer. “A los pacientes con endoscopías que sugieren gastritis crónica, se les toman cinco biopsias de zonas ya acordadas y se evalúa si deberían someterse a un seguimiento y cada cuánto. Por ejemplo, un paciente OLGA I es de bajo riesgo y se le puede realizar una endoscopía cada cinco a diez años, mientras que a pacientes OLGA III y IV, anualmente, porque en ellos puede aparecer un foco de cáncer”, dice el experto.
El problema es que —relata el Dr. Barrientos— los patólogos en general no estaban interiorizados de esa guía internacional. “Ahora, en algunos centros especializados como el nuestro, los patólogos están entrenados y hacen la clasificación de acuerdo a este estándar. Pero somos la minoría. La mayoría de los pacientes en Chile recibe un informe que dice si tienen o no tienen cáncer, pero no se puede apreciar si hay una progresión con respecto a una endoscopía previa. Estamos en la etapa de difundir que esta es una herramienta importante”, agrega el especialista.
Otro obstáculo para la detección oportuna es que en Chile no existe un programa de screening o tamizaje para la población general. “El diagnóstico precoz es caro. Solo dos países en el mundo tienen programas de detección precoz —Japón y Corea del Sur—, que consiste en una radiografía de estómago y, en las personas que tienen alterada la radiografía, una endoscopía. Cada país decide. En Estados Unidos, por ejemplo, el cáncer gástrico es poco frecuente, entonces decidieron priorizar recursos para el cáncer de pulmón y de colon. Y hay países como Chile, con mucho cáncer gástrico, donde se podría decir que deberíamos tener un programa de detección precoz como el de Corea y Japón, pero aquí no hay la misma cantidad de dinero para salud”, describe.
En la práctica —comenta el especialista— lo que ocurre es que los pacientes, después de ser diagnosticados con una gastritis crónica o metaplasia, no se controlan como deberían.
“Tenemos muchos pacientes a los que su médico les dijo ‘usted, tiene una metaplasia que en algunos años podría pasar a ser cáncer gástrico, contrólese’. Y con ellos empezamos un seguimiento. Pero esa es una responsabilidad particular de los médicos y los pacientes, no del Estado, porque no hay un programa nacional que los busque y costee los exámenes. Entonces, a muchos se les recomienda hacerse una endoscopía dentro de dos años, y no se controlan. Pero es importante tener en cuenta que una endoscopía a tiempo puede salvar una vida”, enfatiza.

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