Vida sana, actividad física y la importancia de una correcta alimentación

Especialistas del Instituto Oncólogico FALP explican la importancia de mantener una dieta saludable y rica en fibras, reduciendo el consumo de grasas, carnes rojas y alcohol.

Esta semana, la noticia sobre el desarrollo en nuestro país de un medicamento que inhibe la reaparición y metástasis de tumores hizo que la cúrcuma se volviera un alimento especialmente mencionado y no sólo para los interesados en la cocina. “La curcumina, un derivado de la cúrcuma de especias indias (Curcuma longa), es prometedora en el tratamiento de cáncer de cabeza y cuello, esófago, glioblastoma y mama, entre otros, ya que hay evidencias de los efectos antitumorales en estudios con animales y en cultivos celulares”, detalla la Dra. Eva Bustamante, jefa del Departamento de Investigación y Desarrollo del Instituto Oncológico FALP.

En la actualidad, comenta, hay más de 40 estudios clínicos analizando los efectos de esta especia sobre distintas patologías, basados en observaciones de que en países como India, donde su consumo en las comidas por largos periodos de tiempo es alto, las tasas de algunos cánceres son más bajas que en otros lugares donde casi no se utiliza.

La publicación reciente de un grupo de investigación de la Universidad de Chile mostró resultados promisorios con una nueva forma de administración de los extractos de cúrcuma, utilizando una emulsión en estructuras muy pequeñas de este compuesto, lo que permite una mejor absorción y distribución. Además, la doctora Gloria Calaf, del centro de Alta Investigación en Arica, lleva años estudiando este ingrediente y su poder antioxidante”, agrega.

La relación entre alimentación y cáncer ha sido extensamente revisada. ¿Qué poder tiene lo que comemos? “La gran mayoría de los cánceres podría prevenirse con una correcta alimentación, especialmente los gastrointestinales, que es lo que está probado con los estudios. Pero se ha visto que los de mama o próstata también podrían tener una relación directa con la dieta”, afirma la Dra. Loreto Moreira, nutrióloga del Instituto Oncológico FALP.

En ese sentido, existen alimentos que debieran ser consumidos y otros cuya ingesta sería mejor rebajar, lo que debe ir unido a la realización de actividad física.

La Dra. Moreira comenta que en 2007 la World Cancer Research Fund agrupó a científicos de 9 países, que analizaron 4.500 estudios sobre dieta y cáncer, y elaboraron una serie de recomendaciones basados en evidencia: “Se concluyó que alimentos protectores contra el cáncer son el té verde, frutas y verduras, carotenoides (zanahoria, repollo, pimentón, tomate, espinaca, acelga), con contenido de vitamina C (frutas cítricas, brócoli, frutillas, melón, tomate, espinaca) y E (semillas de girasol, almendras, aceitunas, albahaca, orégano, aceites vegetales prensados en frío) y frutos rojos (arándanos, moras, frambuesas, maqui)”.

En general, se aconseja agregar a la dieta alimentos que contengan fibra”, complementa Eva Bustamante. “Una dieta baja en este elemento aumenta el riesgo de algunos tipos de cáncer, como el de colon. La razón probablemente sea que la fibra facilita el paso intestinal de los alimentos digeridos, lo que reduce el tiempo de formación de cancerígenos y la exposición a ellos del intestino y otros objetivos en el cuerpo”, agrega.

Otro punto de interés son las especias y hierbas, con numerosos estudios en curso que se centran en sus efectos preventivos y posibles resultados curativos. “Muchas de ellas, o sus componentes bioactivos, tienen propiedades medicinales antimicrobianas, antioxidantes o antitumorígenas, así como efectos supresores directos sobre la activación de carcinógenos. Varios medicamentos anticancerosos potentes de hoy en día se originan en compuestos orgánicos vegetales”, afirma Eva Bustamante.

Menos consumo

En cuanto a lo que conviene evitar o reducir, la lista incluye carnes rojas (vacuno, cerdo, cordero), carnes procesadas y bebidas alcohólicas. “Se ha visto que aumentan el riesgo de desarrollar cáncer de colon y recto. En el caso del alcohol, también incrementa las posibilidades de cáncer orofaríngeo y de esófago”, explica la Dra. Moreira.

Las carnes rojas son el alimento más investigado en relación con el riesgo de cáncer. Algunos estudios sugieren que no es la carne roja en sí, sino el alto consumo de grasa o el que se cocine extensamente sobre los 180 grados Celsius o directamente a la llama”, explica la bioquímica Eva Bustamante. Sobre las carnes procesadas, resume que “son aquellas que han sido alteradas para mejorar su digestibilidad, sabor, color o preservación (incluyen pescado procesado, vienesas, salame, tocino, charqui, chorizos, etcétera). La mayor preocupación es el nitrito de sodio, que se utiliza como fijador de color y conservante, que en combinación con las proteínas puede formar compuestos carcinogénicos en el estómago, los que entran en el torrente sanguíneo”.

Otra recomendación es evitar alimentos que favorezcan el aumento de peso, como las bebidas azucaradas y la comida rápida. “Se ha descubierto un riesgo aumentado para el consumo de grasa total en el desarrollo de cáncer pulmonar, de mama en mujeres postmenopáusicas y para el desarrollo del cáncer colorrectal. La correlación puede ser explicada por ácidos grasos que estimulan la grasa, que se excretan al interior del intestino. En el colon, los ácidos biliares son metabolizados por las bacterias en compuestos que pueden causar daños en el ADN y generar cáncer”, concluye.

 

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