Tiroides: un cáncer cada vez más frecuente

En general de buen pronóstico, esta enfermedad suele detectarse cuando aún se trata de nódulos pequeños que son asintomáticos, gracias a exámenes indicados por otra causa.

Victoria Price es una reportera de televisión estadounidense. Hace algunas semanas contó la siguiente historia: después de verla en pantalla, una espectadora le envió un correo electrónico advirtiéndole sobre un bulto que notó en su cuello, ya que ella había tenido uno parecido que resultó ser un cáncer de tiroides. Victoria tomó su consejo de ir al médico, examinó esa masa y así descubrió su cáncer.

Efectivamente, un bulto en el cuello es la principal señal que alerta sobre un tumor de tiroides; sin embargo, los nódulos palpables o visibles que se diagnostican como cáncer son cada vez menos en relación con los que se detectan antes de que arrojen síntomas, en etapas iniciales. Cada vez es más frecuente que, gracias a exámenes de imágenes indicados por otra causa, se descubran casualmente nódulos sospechosos que resultan ser malignos.

“Los casos de cáncer de tiroides han ido en aumento, lo que algunos atribuyen a que hay una mayor pesquisa. Es verdad que actualmente se realizan más ecografías de cuello, las que detectan nódulos pequeños, pero también ha crecido el número de tumores grandes, que son palpables. Existe un incremento real de su frecuencia, que va más allá de que haya mejorado el diagnóstico”, afirma el Dr. Jorge Sapunar, endocrinólogo del Instituto Oncológico FALP.

Sobre el 90% de los tumores de tiroides son de tipo papilar, que normalmente tiene un buen pronóstico. En general, el cáncer de tiroides alcanza tasas de curación superiores al 95% cuando se encuentra localizado. Y la gran mayoría de los pacientes son mujeres, por razones que no están claramente explicadas, aunque, según dice el especialista, se cree que podrían involucrar factores hormonales.

Si bien se manifiesta principalmente a través de nódulos que se desarrollan en la glándula, sólo un 5% a 10% de los nódulos tiroideos corresponden a cáncer.

“Los nódulos en la tiroides son muy frecuentes, alrededor del 60% de las mujeres de más de 40 años los tiene cuando se realiza una ecotomografía rutinaria de cuello, y la inmensa mayoría son benignos”, dice el Dr. Sapunar. “Es por esto que la búsqueda del cáncer de tiroides no se realiza con ecografías de cuello rutinarias en toda la población, sino que estas deben hacerse de manera dirigida para confirmar algún hallazgo clínico o cuando la persona presenta factores de riesgo, como antecedentes familiares de la enfermedad, la presencia de síndromes genéticos que se asocian a la posibilidad de cáncer de tiroides o haber recibido radiación antes de los 18 años”, agrega.

La sospecha ecográfica de cáncer se confirma o descarta con una biopsia por punción guiada por ecografía, que en definitiva, junto a otros elementos clínicos, ayuda a tomar la decisión de realizar una cirugía.

TRATAMIENTO

El comportamiento de la mayoría de los casos de cáncer de tiroides permite reunir la evidencia suficiente para tomar una decisión terapéutica adecuada considerando varios factores.

“Hay un grupo de nódulos menores de 10 mm que, aun teniendo una biopsia sospechosa, podrían ser sólo observados si reúnen ciertas características ecográficas que indiquen bajo riesgo de invasión. Si durante un seguimiento estricto hay alguna señal de que esas condiciones están cambiando, entonces se realiza una cirugía. En otros casos, en cambio, es aconsejable operar. Por ello, las decisiones hoy en día se toman en comités multidisciplinarios. La extensión de la cirugía, ya sea una lobectomía, tiroidectomía total o tiroidectomía con disección ganglionar, se decide en el comité en función de la extensión de la enfermedad y la variedad de cáncer”, comenta.

En algunos casos de cánceres de tiroides con riesgo de recurrencia o con evidencias de enfermedad residual, se utiliza el yodo radioactivo, cuya dosis también se discute en comité en función de los hallazgos quirúrgicos.

Existen tipos de cánceres que pueden tener un carácter familiar o asociarse a otros tumores endocrinos, como el cáncer medular del tiroides, que además suele ser más agresivo que el cáncer papilar. En estos casos están disponibles estudios genéticos que permitirían identificar familiares en riesgo de tener la enfermedad.

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