Cáncer de Páncreas: un desafío mayor para la medicina

Asociada al tabaquismo, la obesidad y los antecedentes familiares, entre otros factores, esta agresiva enfermedad suele diagnosticarse en etapas tardías. La detección precoz y un tratamiento adecuado mejoran las expectativas de sobrevida.

El cáncer de páncreas sigue siendo uno de los grandes desafíos de la medicina contemporánea. “Hay que tener en cuenta que es altamente agresivo, que suele diagnosticarse en etapas tardías y que, lamentablemente, no es curable en la mayoría de los pacientes”, afirma el doctor Jean Michel Butte, miembro del equipo de cirugía digestiva del Instituto Oncológico FALP. La complejidad de esta patología ha motivado que, desde el 2014, se conmemore durante noviembre el Día Mundial del Cáncer de Páncreas, cuyo objetivo es promover la investigación y estimular la toma de conciencia acerca de la gravedad que representa. En lo que concierne a Chile, esta enfermedad provocó la muerte de 1.721 personas el 2020, según Globocan. De forma alargada, el páncreas es una glándula que se ubica detrás de la parte baja del estómago y cumple dos funciones: produce enzimas que colaboran con la digestión y la absorción de los nutrientes, y secreta hormonas como la insulina, que procesa el azúcar de los alimentos. 

Dr. Jean Michel Butte, miembro del equipo de cirugía digestiva del Instituto Oncológico FALP.

Las causas de los tumores malignos en este órgano son múltiples, según explica el Dr. Butte. Una de ellas es el tabaquismo —“hemos visto que la mayor parte de los pacientes son fumadores importantes”—, a la que se suman la obesidad, la pancreatitis, la diabetes y otros factores relevantes. “Tener antecedentes familiares de cáncer de páncreas o de melanoma, o del síndrome de Lynch, aumenta las posibilidades. Hay un grupo de pacientes, entre el 5 y el 7%, que son parte de lo que llamamos cáncer de páncreas familiar: es decir, varios individuos han desarrollado la enfermedad”, precisa el especialista. Como medidas de prevención, recomienda no fumar, evitar las carnes rojas y los alimentos procesados, y mantener una dieta rica en frutas y verduras: “Son protectores, eventualmente”, comenta.

Aunque no fumar y preferir las comidas saludables son precauciones aconsejables para toda la población, quienes cuentan con antecedentes familiares de esta patología deberían someterse rutinariamente a scanners o resonancias magnéticas para pesquisarlo. “No existen exámenes rutinarios de sangre que permitan detectarlo en forma precoz”, según el Dr. Butte. Considerando que es una enfermedad que se propaga con rapidez a otros órganos, para su tratamiento es crucial descubrirlo tempranamente, si bien la ausencia de síntomas en las fases iniciales dificulta este objetivo: “Nuestra recomendación es que quienes presenten baja de peso inexplicable, dolor abdominal persistente, dolor en la parte superior del abdomen que se extiende hacia la espalda o color amarillo en la piel y en los ojos (ictericia) sean evaluados inmediatamente con imágenes de buena calidad”, afirma el especialista.

“Mientras más pronto se hace la detección, mejor”, agrega el Dr. Butte. En la actualidad, el combate de esta enfermedad involucra, dependiendo de su evolución, intervenciones quirúrgicas, quimioterapia y radioterapia, o una mezcla de las tres. “Se ha establecido que la combinación de una operación y drogas ha podido mejorar la sobrevida de manera significativa en comparación con lo que sucedía hace diez o quince años. En algunos casos, uno puede llegar a una mediana de 35 meses o más si un paciente es tratado adecuadamente en un centro especializado. El problema es que la enfermedad puede volver”, dice el Dr. Butte, quien agrega que la sobrevida está directamente relacionada con la fase en que se encuentra el tumor y sus dimensiones.

“Si está localizado y no hay metástasis a distancia, el pronóstico es mejor. Pero empeora a medida que aumenta el número de ganglios comprometidos. El tamaño, además, es proporcional a la sobrevida”, comenta.

Las intervenciones quirúrgicas son de tres tipos: la pancreatoduodenectomía, que se practica cuando el cáncer se ubica en la cabeza del páncreas (involucra no sólo la extirpación de esta zona, sino también una reconstrucción intestinal); la pancreatectomía distal, destinada a tumores que se encuentran en el cuerpo y la cola de la glándula; y la pancreatectomía total, que, como indica su nombre, implica sacar el órgano completo. “La pancreatectomía total se define caso a caso, porque es de mayor complejidad, y no se ha observado que derive en una mejor sobrevida”, comenta el especialista.

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